La implantación de embriones en el útero: proceso y síntomas

La implantación del óvulo fecundado, para este entonces llamado embrión, es el proceso que ocurre cuando este se desprende de su cubierta y se adhiere al endometrio para iniciar su desarrollo intrauterino y dar lugar así a los primeros síntomas de embarazo. Este mecanismo marca un hito en la evolución, por cuanto permite brindarle al embrión sustento, nutrición y protección durante el período de gestación.

El embrión que realiza la implantación se halla en estadio de blastocisto, el cual se alcanza entre los 5 y los 6 días luego de la fecundación. En este momento de desarrollo embrionario, el blastocisto cuenta aproximadamente con unas 200 a 400 células, mismas que se diferencian en dos tipos celulares distintos: (1) trofoectodermo o trofoblasto, las células de la parte más externa que darán lugar a la placenta; y (2) masa celular interna (MCI), células que darán lugar al embrión propiamente. Además, se configura una cavidad central, a la que se conoce como blastocele.

Factores clave en la implantación de embriones en el útero

Para que la implantación efectivamente ocurra y se consiga el embarazo, existen dos elementos clave. En primer lugar, la calidad del embrión, pues hay unos que tienen un mejor pronóstico y un mayor potencial implantatorio. En segundo lugar, la preparación del endometrio, ya que es necesario que este se encuentre receptivo (que tenga el aspecto y el grosor adecuado) para que los embriones puedan implantar; la mujer puede favorecer este factor mediante la medicación hormonal (estrógenos y progesterona).

De modo que, sea la reproducción asistida o natural, los aspectos antedichos permiten la adecuada interacción y sincronía entre embrión y útero. Dicho de otro modo, la dupla entre embriones de buena calidad y una preparación endometrial idónea en la mujer, aumentan la probabilidad de lograr el embarazo.

El proceso de implantación

La implantación de los embriones en el útero femenino consta de varias fases, las cuales serán descritas a continuación:

  • Desprendimiento de la zona pelúcida: el primer paso para que el embrión pueda implantar es salir de una especie de caparazón llamado con propiedad “la zona pelúcida”. Esto se conoce como eclosión. Consiste en la rotura de la zona pelúcida y la salida del embrión, tanto de la masa celular interna como del trofoectodermo.
  • Precontacto: aproximadamente entre los días 5 y 6 de desarrollo embrionario, el óvulo fecundado se posiciona en el tejido endometrial y permanece inmóvil en la posición adquirida, se orienta con el polo embrionario (donde está la masa celular interna) hacia el epitelio del endometrio para permitir la formación adecuada de la placenta más adelante.
  • Aposición: implica la asociación estrecha del blastocisto con el endometrio, fenómeno que ocurre, con mayor frecuencia, en el tercio superior de la pared posterior del útero. En esta fase, son fundamentales los denominados pinópodos, unas proyecciones de las células endometriales que ayudan a que el blastocisto pueda unirse con el epitelio endometrial. Se ha podido comprobar que estos pinópodos son marcadores morfológicos precisos de la receptividad endometrial.
  • Adhesión: se trata del momento en que las células del trofoectodermo se unen fuertemente a las células endometriales a través de moléculas de adhesión. Esto sucede 6-7 días tras la fecundación.
  • Invasión: generalmente ocurre a partir de los días 8 a 9 de desarrollo embrionario. De manera progresiva, las células del trofoectodermo proliferan en dirección al endometrio, logrando así desplazar y sustituir a las células endometriales. Finalmente, esto lleva a la invasión completa del estroma endometrial por parte del trofoblasto, que queda contenido a totalidad en el endometrio. Se trata de un proceso que responde a la acción de enzimas y que ocurre con mucha rapidez.

En suma, el proceso de implantación embrionaria dura unos 4 a 5 días aproximadamente, desde que el embrión sale de la zona pelúcida (unos seis días después de la fecundación) hasta que el trofoectodermo invade por completo el endometrio para así iniciar la formación de la placenta y permitir la continuidad del desarrollo embrionario.

Síntomas por implantación de embriones

La implantación del óvulo fecundado no siempre produce síntomas determinados por los que sea posible confirmar que los embriones han implantado en el útero. Sin embargo, hay mujeres que experimentan ciertos síntomas en los días de la anidación que pueden hacer sospechar que la implantación, en efecto, ha ocurrido. Algunos de los signos más comunes son:

  • Sangrado de implantación (escaso, de poca intensidad y color suave).
  • Cólicos de un par de días de duración, similar al dolor abdominal que se siente durante la menstruación. Algunas veces llega a ser intenso y se requiere tomar analgésicos.
  • Ligera hinchazón de los senos, sobre todo del complejo aureola-pezón.
  • Aumento de las ganas de orinar.
  • Molestias gastrointestinales (diarrea, estreñimiento o acidez estomacal).
  • Náuseas y/o vómitos, especialmente al despertar.
  • Intolerancia a ciertos olores y/o alimentos, pues se agudiza el sentido del olfato y algunos olores normales resultan excesivos.
  • Somnolencia, más que todo después de las comidas.

Los mencionados síntomas son consecuencia del cambio hormonal que caracteriza el embarazo, los mismos se hacen especialmente fuertes en las primeras semanas luego de la implantación. Por lo tanto, se puede afirmar que, con excepción de los calambres y del sangrado de implantación, no son síntomas de la anidación como tal, sino del desarrollo embrionario posterior a la implantación. De todos modos, vale la pena tener presente que cada mujer puede presentar síntomas distintos y de diferente intensidad, lo que no es un indicativo inequívoco de que haya habido implantación.

Si bien puede parecer sencillo que un blastocisto se implante en el endometrio, este proceso reviste una gran complejidad, al punto de que en la actualidad no ha sido descifrado por completo. En el marco de la fecundación in vitro, la implantación es uno de los momentos más delicados y cruciales para conseguir el embarazo y que, al no poder controlar desde el exterior, depende únicamente de las circunstancias que rodeen a la gestante, a saber: la calidad embrionaria, la receptividad endometrial, el momento de la transferencia y una sincronía total entre todos estos elementos.

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